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Cuando ella saca la verga de su amante de los pantalones, casi no puede creer las dimensiones de ese rabo, no estando segura si no se trate en realidad de la polla de un burro o de un caballo. Tiene que sostenerla con las dos manos, y es imposible que pueda metérsela toda en la boca, apenas cabiéndole la cabeza al medir casi medio metro de verga. Pero la chica no puede estar más fascinada con ese rabo, y enseguida se pone a cuatro patas sobre una cama para que se la metan de perrito. El negro la enhebra con su polla, y ni si quiera llega a metérsela hasta la mitad mientras le da duro.